Un buen día, el granjero que
cuidaba esmerado de sus animales, encontró un huevo de oro en el
gallinero, al verlo se puso muy contento y su alegría fue creciendo y creciendo
porque todos los días había un huevo de oro en el gallinero. Cuidaba meticulosamente
de su gallina hasta que poco a poco la avaricia venida con la riqueza le hizo
descuidar a su gallina y acabo matándola para sacarle todos los huevos de una
vez …….
Un buen día, un ingenioso joven
tuvo una gran idea, esperó y esperó hasta que un día pudo ponerla en práctica.
Era una gran idea que dio paso a una joven empresa cargada de entusiasmo y
modernidad. Buscó a los mejores para acompañarle y sabiendo que sus
colaboradores iban a ser la clave del éxito les ofreció excelentes condiciones
de trabajo y consiguió que todos se implicasen de verdad para hacer un trabajo
de alta calidad y en un tiempo record.
Los resultados no tardaron en
llegar y la empresa comenzó a ganar mucho dinero. Año tras año los resultados
eran mejores y el joven empresario seguía repartiendo una parte de ellos entre
sus colaboradores a los cuales seleccionaba cuidadosamente sometiéndoles a las
más duras pruebas en todos los ámbitos con el fin de asegurarse que aquellas
personas eran las mejores que podía conseguir. Así, el joven empresario se hizo
de una hermosa gallina de los huevos de oro.
Con el paso del tiempo, el ya no
tan joven no tenía tiempo de hacerse cargo de todo esto a la vez que
disfrutaba de sus riquezas, así que dejo
en manos de algunos de sus colaboradores ciertas tareas de responsabilidad. A
los pocos meses, recibió un informe de posibles ahorros de costes, donde un
ingenioso ejecutivo había explicado de manera detallada como se podía hacer lo
mismo con mucho menos coste. Y así se hizo. Poco después otro informe, ponía de
manifiesto que las continuas inversiones realizadas en la formación, las instalaciones
y la tecnología podían ser pospuestas ya que todo lo actual cubría las
necesidades. Y así se hizo.
Con el paso del tiempo, la flamante
y productiva empresa se fue convirtiendo en una exhausta gallina de huevitos de
oro, la diferencia respecto de la competencia se redujo, los ingresos mermaron
y los márgenes generosos ya no hacían justicia a la diferencia de calidad.
Una nueva e ingeniosa idea surgió
en este instante: “tenemos que ser capaces de producir lo mismo con menos
costes”.
-
¡Pobre gallina!. Pensó el joven empresario poco
antes de aceptar la mejor oferta por su flamante empresa.
*Idea extraída del libro: Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen R. Covey.
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